DELITOS Y FALTAS (I): DOS CURAS ASESINADOS
Uno podría pensar que el control ejercido por los privilegiados (nobleza y clero) hacía que la sociedad del Antiguo Régimen (hasta el siglo XIX) fuera pacífica y el orden social estuviera garantizado.
Un rápido vistazo a la documentación obliga a abandonar enseguida esa idea, ya que la realidad era que en toda España, y por supuesto también en Brozas, había una enorme cantidad de pleitos y litigios motivados por disputas y enfrentamientos vecinales con causas variopintas, como insultos y ofensas al honor, robos, conflictos políticos, violaciones e, incluso, asesinatos. En dos de estos últimos nos vamos a detener brevemente hoy, por cuanto sus víctimas pertenecían al clero, uno de los dos estamentos privilegiados y que, en teoría, estaban a salvo de sufrir este tipo de delitos.
Independientemente de la situación económica, bastante cambiante, la criminalidad fue un grave problema en la Brozas de la segunda mitad del siglo XVII y de todo el siglo XVIII. La mejor prueba es que durante todo ese período histórico, los gobernadores de la villa tuvieron que juzgar centenares de causas criminales contra vecinos de la villa, incluyendo algunos asesinatos, como los que vamos a tratar aquí.
El 20 de marzo de 1682, el cura presbítero Lorenzo Bravo Sanabria, después de haber dicho misa en la ermita de Santa Ana, situada en el Vaqueril, fue asesinado de un arcabuzazo por su convecino Lázaro Jiménez. En la denuncia presentada por el hermano de la víctima se narraba que "...habiéndose quitado el dicho Lorenzo Bravo las vestiduras sacerdotales y puéstose su capa salió de la dicha hermita para venir a esta villa y llegando al umbral de ella el dicho Lázaro Jiménez le dio un arcabuzazo por el vacío del lado derecho atravesándole las balas de un lado a otro y saliéndole fuera una dellas de que cayó luego al momento en el pórtico de dicha hermita". Una vez cometido el crimen, el asesino se refugió en la ermita, pero fue sacado de allí por los alguaciles de la villa, que lo llevaron preso a la cárcel.
En la investigación se reveló la larga trayectoria criminal de Lázaro Jiménez; tras violar a una joven, huyó de la villa y se refugió en Andalucía, donde se casó y posteriormente asesinó a su mujer, delito por el que fue condenado a galeras. Su vida hubiera acabado en ese destino terrible si su padre no hubiera vendido todos sus bienes para cambiar la vida de su hijo por la de otro condenado a galeras, tras lo cual volvió a Brozas, donde prosiguió su carrera criminal y, de hecho, ya había intentado asesinar en otra ocasión al cura Bravo. Lamentablemente, el proceso está incompleto y desconocemos su resolución.
Cien años más tarde, en 1781, otro cura broceño fue asesinado, aunque en este caso el motivo estuvo más que claro. Juan Jarones, labrador de la villa, sospechaba que su mujer María Vivas estaba engañándolo con el clérigo don Manuel Clemente; dispuesto a descubrir la verdad, regresó en secreto de la hacienda que tenía en las Viñas y, en compañía de su hermano Antonio, llamó a la puerta de su casa pero su mujer no le abrió. Sintieron en ese momento ruido en el corral corral y hacia allí se dirigieron, descubriendo al cura intentar saltar la pared y dándole con un palo que llevaba. Inmediatamente salieron a la calle para capturarlo, cosa que hicieron en la entrada de la calle del Trigo para darle más palos hasta que consiguió refugiarse en una casa vecina. Fuera se apostaron los dos hermanos "...diziendo que les dexassen entrar, unos aseveran que para matarle, y otros que para darle una satisfacción, y todos contextan en que al soltero no vieron dar golpe, sí sólo que havía recojido el sombrero que el clérigo llevaba...". Viendo que ya no podían hacerse con él, se dirigieron hacia su casa para escarmentar a la mujer, pero ésta ya había huido a casa de un vecino.
¿Qué pasó con el clérigo? Pues que al día siguiente se fue a su casa "...donde entró hablando a la madre, que se moría, y que le llamasen a un confesor en toda aquella noche y hasta la mañana no concurrió el zirujano, ni le curaron, pues quando éste vino y el confesor ya se hallaba apoplético, y sin habla; sangrósele aunque tarde, y aplicados otros remedios ni bastaron, y murió como a las dos o tres de la tarde.". Tras la muerte, el alcalde mayor encargó que médicos y cirujanos examinasen el cadáver, concluyendo "...haver sido mortal de necesidad la fractura total que advirtieron en la unión del hueso del cerevelo y primera vértebra a la espina médula".
También falta la resolución del caso, pero sin duda ambos hechos muestran una sociedad mucho más violenta de lo que desde el presente podríamos imaginar.
Feli como otras muchas cosas de Brozas, no conocía estos hechos.
ResponderEliminarComo para ir de cura a Brozas!
ResponderEliminarComo para ir de cura a Brozas!
ResponderEliminarBueno, hay un refrán que se conoce en toda la comarca que dice que "En Brozas, ni vacas ni mozas, y si mucho me apuras, ni sacristán ni cura" Será por eso...
EliminarEnhorabuena Feli. Lo guardo en mis favoritos. Seba.
ResponderEliminarGracias, Seba
EliminarMe ha encantado Feli, preciosas historias. Muchísimas gracias!! Te seguire
ResponderEliminarGracias!!
EliminarQuizá fuese interesante explicar el origen del problema de criminalidad en Brozas en ese período histórico...sobre todo para los neófitos en la materia (y a los que se dedican únicamente a copiar cosillas de un libro u otro)
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